Los franceses Tchami & Malaa llevaron su show a la capital holandesa con un set que se nos pasó volando.
Paradiso era una antigua iglesia en el corazón de Ámsterdam que con el paso de los años se ha reconvertido en una sala de conciertos y otros muchos eventos. El local mantiene toda la esencia de una iglesia, con sus arcos y vidrieras, lo que lo convertía en el lugar perfecto para que Tchami y Malaa nos ofrecieran un espectáculo a su nivel.
No Redemption colgó el cartel de Sold Out unas semanas antes del evento e incluso los franceses anunciaron un afterparty de Confession (sello de Tchami) en Lil’ Amsterdam.
Para acceder a Paradiso era necesario comprar, a parte de la entrada, un Membership del local por 4€, que permitía el acceso durante un mes desde el día de la fiesta.
Cuando llegamos, aproximadamente 1 hora después de que abrieran las puertas, la cola bordeaba un lateral de Paradiso y, tras un zigzag, llegaba a la calle de al lado. Hasta entonces no habíamos visto algo igual en ninguna otra fiesta del ADE. Afortunadamente, la cola se movía rápido y llegamos con tiempo de sobra para incluso dejar nuestros abrigos en las taquillas que había en la planta superior.
Al entrar en la sala vimos cómo tenían todo listo para el show de No Redemption. Éste consiste en dos mesas, una a cada lado del escenario, situadas sobre unas estructuras en forma de cubo recubiertas con pantallas. Tchami se coloca en la mesa de la izquierda (según la visión desde el público) y Malaa en la de la derecha y ambos se van turnando para poner un tema tras otro. Cuando es Tchami quien pincha un tema, solo se iluminan las pantallas que están bajo él. Lo mismo para Malaa, aunque en ocasiones se iluminan las pantallas de ambos. Esto tiene un mérito añadido, porque no es lo mismo pinchar todos los temas en una mesa que hacerlo en dos distintas y mezclar a oído sin las ayudas visuales que proporciona la tecnología de hoy en día.
Los DJs que pinchan antes que ellos, lo hacen en una mesa colocada entre las mesas de ellos dos, la cual siempre quitan antes de empezar el show.
Volviendo a la música, ésta ya había empezado a manos de un DJ que lamentablemente no pudimos saber quién era, ya que terminó de pinchar prácticamente en cuanto llegamos. A continuación se ponía a los platos Dombresky, quien era el único anunciado en el cartel a parte de los protagonistas de la tarde. El francés nos hizo muy amena la espera, pero echamos en falta un sonido más potente, el cual se estaban reservando claramente para Tchami y Malaa.
Finalizada la actuación de Dombresky, llegaron unos 10-15 minutos de espera eterna en la que los técnicos ponían las mesas a punto. La fiesta tenía que terminar a las 22:00 y ya eran las 21:15. Temíamos quedarnos con un set más corto de lo normal, pero por suerte el set duró lo que tenía que durar.
Y llegó el momento. Empezó a sonar el Intro Edit de “My Place”, tema con el que siempre abren los franceses. La gente alzó sus móviles y aparecieron Tchami y Malaa para empezar a hacernos disfrutar y no parar durante una hora y cuarto.
Fue un set espectacular, de esos en los que no echas en falta ni un solo tema, en el que todo te parece bueno, de esos en los que una hora pasa como si fuesen 5 minutos. Bailamos temas esperados como el remix de ambos al “Pizza” de AntiUp, “Kurupt”, “After Life”, “Made In France”, el remix de Malaa a “Enzo”, los ya clásicos remixes de Tchami a “Go Deep” y “You Know You Like It”. También temas recientes, como el remix de Valentino Khan al “Rainforest” de Tchami o la próxima colaboración entre Malaa y Rezz.
Prácticamente todos y cada uno de los temas iban acompañados por pogos. Las primeras filas se llenaban de gente haciendo círculos enormes para juntarse en un pogo en cuanto la canción rompía. Llegaba hasta tal punto la locura que nosotros empezamos el set a escasos metros de los DJs y entre tanto pogo (en los cuales no nos metimos), acabamos en la parte de atrás de la sala sin darnos cuenta, ya que casi todo el mundo se animaba a ir a las primeras filas de vez en cuando.
Una vez acabado el set, Tchami cogió el micro para agradecernos, bendecirnos a todos (como hace siempre) y para animarnos a ir al afterparty. Lamentablemente no pudimos ir porque ya teníamos otros planes, pero también debió ser grandioso.
En definitiva: una tarde-noche demasiado corta pero que la disfrutamos y recordaremos durante mucho tiempo.
Una única nota negativa sobre el local: el agobio que se produjo al acabar la actuación. La aglomeración de gente en el guardarropa (situado al lado de la salida) impedía que se pudiese salir con facilidad. Peor aún fue para quienes teníamos cosas en las taquillas de la planta superior, porque debíamos subir las escaleras como podíamos y volver a esperar a encontrar hueco para bajar. De todas formas, fue un pequeño borrón en una tarde maravillosa.